Siempre tomo el tren a casa después del trabajo. Es una oportunidad para ver el mundo pasando enfrente del vidrio. Es como estar atrapado en una burbuja de metal, y solo tienes que leer el mundo enfrente de ti. Es un purgatorio de pensamientos, no tienes que pensar en las cosas del trabajo, ni en los problemas de casa — solo en lo que aparece enfrente de tu burbuja. A mi me gusta esta soledad, este tiempo sin pensar en nada.Me da un momento para reflejar, pero también para ver el mundo.
La naturaleza de la jungla concreta es un milagro de deseos grandes y sueños desaparecidos. Puedo verlo en los rascacielos encima de la pobreza y el grafiti que está abajo. Puedo oler todo el benceno y cemento caliente desde mi burbuja. Puedo ver también a las personas, mis compañeros humanos, que están pasando tiempo conmigo en el tren. Pero siempre quiero permanecer en secreto. Quiero quedarme en esta burbuja sin nadie, sabiendo que estoy mirando por la reflexión desde la ventana de la burbuja. Solo conozco a mis compañeros de sus reflexiones, porque no quiero mirarles en tiempo real.
¿Y por qué no? No quiero molestar ellos. Un estudiante, repasando la preparación de su exposición de mañana. Una señorita de camino a ver a su novio, escuchando música pop muy fuerte, mascando chicle tan dulce que puedo sentir el azúcar en los pelos de mi nariz. Ellos son mis compañeros del momento. No nos conocemos, pero somos una comunidad de pasajeros del tiempo.
El tren hace una pausa para la próxima parada, estoy mirando desde mi burbuja las luces de la calle como se encienden para iluminar la calle a oscuras, y el tren continúa su destino. Desde la reflexión, puedo ver que tenemos un nuevo compañero, también porque puedo oler algo más agrio en el tren. Mis ojos empiezan con sus pies, que son dos botas de cuero muy pasado, y siguiendo a su cuerpo muy demacrado. Ahora sus manos, su mano izquierda tiene una castaña y en su mano derecha hay una fibra muy fina, y él intenta atar la fibra alrededor de la castaña. Mis ojos siguen, y cuando miro a sus ojos estoy sorprendido de que sus ojos están mirándome desde el reflejo de la ventana.
El hombre me mira muy intenso, y después de un minuto ríe y me dijo “atar una fibra alrededor de una castaña es cómo atar una fibra alrededor del mundo — puedes tener el mundo en un mano, y la fibra en la otra, pero nunca puede atarlo alrededor del mundo. Siempre desliza, sin importar lo que haces.” Giro mi cabeza para ver al hombre, pero cuando giré no había ningún otro, (nadie más) que el estudiante leyendo su libro y la señorita mascando su chicle.